martes, 1 de junio de 2010

Máscara de Fenix, el inicio de un ídolo




http://www.razon.com.mx/spip.php?article33806

Antonio Ortega escribió:
Lo más difícil fue comenzar. La señora María de Lourdes está en las últimas puntadas de su primera máscara. Aunque se dedica a la industria textil, nunca una prenda había sido tan complicada.

Tomó medidas; cortó la tela de alto brillo; hizo un molde y comenzó a coser con su máquina. El trabajo urgía. Los agujeros para la cuerda que serviría de cierre quedaron chuecos, de hecho, la máscara no quedó como la idea original de su diseñador, aunque para ser la primera que hacía, no estaba tan mal.

El cliente: su hijo. Pero no es un capricho ni es un regalo para el Día del Niño, es el comienzo de una carrera. Su muchacho de veinte años llevaba casi un año entrenando lucha libre y estaba a punto de presentarse en una feria de su natal Morelia, Michoacán, pero los nervios y el pánico escénico hicieron pensara en la máscara como la posibilidad para combatirlos.

Ambos, madre e hijo estaban listos para debutar en el deporte de los costalazos; ella como creadora de la máscara; él como el portador; su nombre: Máscara de Fénix, por el gusto del joven hacia esa criatura. Y, aunque fue complicado y recibió duros golpes, el muchacho salió bien librado en su primer combate; fue muy aplaudido por las personas que asistieron a la función, todo un éxito. Pero a la protectora de su identidad no le fue tan bien, no soportó los castigos que los rivales de su amo le propinaron y salió del encordado rota, casi llorando.

Eso significó un reto para la señora María de Lourdes, tenía que hacer más resitente a Máscara de Fénix. Usó la misma tela, pero de mejor calidad y un hilo más grueso; le puso costuras dobles y refuerzos en el antifaz y el cuello. Mejoró el diseño, ahora sí parecían alas de Fénix lo que llevaba en el rostro y no unos cuernos. Estaba lista.

Lo que en un principio nació como una necesidad de ocultar su rostro por pena, se convirtió en un gusto, un amor por su nuevo personaje. “La máscara en México es algo muy valioso y muy sagrado que en otros países no se da. Creo que una máscara es más fácil de identificar que un rostro. Es un orgullo traer la máscara. Se forma una necesidad de tenerla, va formando parte de ti. Me da seguridad, me da una identidad, una forma de ser, un personaje y un estilo de lucha”, expresa Fénix sobre su capucha.

Tres años y medio después, su calidad en los encordados, la fiereza que todo rudo debe tener, su estilo salvaje y su ambición lo llevaron al Distrito Federal a buscar un lugar en una de las empresas más importantes de lucha libre en México, el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL). Ahí conoció a los profesores Arkangel y Arturo Beristain, quienes en año y medio lo pulieron y lo tienen a un paso del profesionalismo, aunque pocos fueron los que creyeron en él.

Aquella máscara rota no es más que un recuerdo. Ya son más de 15 equipos de diferentes colores y estilos los que la señora Lourdes ha creado para su hijo. Ahora crece en la lucha libre como su mamá y se ha convertido en una experta confexionando máscaras.

Ambos han trabajado fuerte con un sólo objetivo: hacer que la máscara de Fénix sea reconocida por todos los amantes de la lucha libre y que se convierta en la nueva figura del pancracio nacional.

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